Germán Morales, el aventurero que revoluciona el fútbol aficionado de Barranquilla
Ya logró ganar el título nacional sub-17 en tan solo un año de trabajo con la escuela del Udinese.
Desde hace dos años un proyecto muy interesante refresca la forma de hacer fútbol en Barranquilla, se trata de la escuela del Udinese FC (antiguamente el Parma FC), que en poco tiempo se ha logrado llevar un torneo nacional de fútbol aficionado y continuamente exporta jugadores de la región al fútbol internacional.
Todos estos logros apuntan desde una buena organización que ha sabido invertir y reinvertir sobre el proyecto y la visión que tenían. Pero algo hay que dejar claro, sobre las manos de alguien tiene que recaer el peso de la formación personal y deportiva de la materia prima, los jugadores.
Son precisamente las de Germán Morales Patiño las que cargan esa responsabilidad. Las mismas manos que hace unos años juntaban monedas tras una jornada de lavar platos en un restaurante de Barcelona para pagar su comida. Las mismas manos que estrechó con Johan Cruyff y las mismas manos con la que ha levantado trofeos.
Sueño truncado
Sin embargo, la historia de Morales no se empezó a escribir con las manos, sino con los pies. Más exactamente en el año de 1983, cuando German era un joven jugador que se movía por varios sectores del campo de juego.
“Jugaba en Bogotá, en un equipo llamado Hurtado Hermanos. Jugábamos el octagonal del Tabora y ya estábamos en el último partido del torneo. En esa época a mi me dirigía Waltinho, que fue un jugador de Santa Fe. A mi me había visto jugar un entrenador brasileño del Deportes Tolima y me dijo que si me interesaba ir a hacer una prueba donde ellos”, recordó.
Tras consultarlo con sus padres, José y Aminta, apoyo para el fútbol y para todo lo que estaba por venir, aceptó la invitación. Iba a jugar su último partido como aficionado, pues estaba seguro de que le esperaba una carrera como jugador profesional. “Todo el mundo decía que yo iba a quedar en el equipo”, expresó.
Pero allí fue que le llegó la desgracia. Un fortuito y aparatoso choque con un jugador contrario le destrozó la rodilla derecha. Lo sacó del fútbol. Fue el fin de sus sueños como jugador.
“En el momento del golpe yo sentí que se había roto todo allá adentro. Tuve rotura de ligamento cruzado, el ligamento externo y el menisco en cuatro partes. La medicina no tenía los adelantos de ahora, no hubo manera de que los ligamentos quedaran bien”, reconoció.
Fue un momento especialmente duro, pues el fútbol era su meta. Para cumplir su sueño dejó de lado muchas cosas de las que otros jóvenes no se privarían en una vida con otras prioridades.
“Yo me privé de muchas cosas para jugar fútbol, yo no salía por las noches con los amigos. No tuve novia por un tiempo para enfocarme en mi carrera como jugador. La verdad fue una gran depresión, que si no hubiera sido por mis padres no sé que hubiera pasado”, reseñó.
Reinventando el camino
Duró dos años alejado del fútbol, no jugaba, ni lo veía, ni lo escuchaba, ni lo leía. Simplemente, lo desterró de su vida cotidiana en un proceso de duelo que le permitiera dar una muerte digna a sus sueño de juventud. O eso pensaba Morales Patiño.
La verdad es que el fútbol no lo abandonó. Simplemente, determinó que su misión iba a ser otra. Ahora, quería estar en la cancha, pero desde la raya poder definir los partidos de su equipo. Quería ser entrenador.
“Empecé por dirigir unos equipos aficionados. Luego fui vinculándome a equipos de entidades bancarias, trabaje con institutos y ministerios. Con el tiempo comencé a ganar torneos y la verdad es que me iba bien”, explicó.
En ese punto, su amor por el fútbol volvió y de los restos de sus sueños de juventud, siendo un hombre ya más maduro, que ya había vivido un matrimonio y una posterior separación y que ya tenía dos hijos, tenía una gran ambición: ser un entrenador de fútbol profesional.
“Como en Colombia no hay cursos de entrenadores, comencé a leer artículos que hablaban de Zubeldía. En internet iba leyendo algunos textos de entrenadores de Europa. Iba tratando de interpretar lo que ellos decían. Pero me faltaba el conocimiento pleno para dirigir a un nivel más alto”, reconoció.
Por el sendero del 'Dream Team'
Consciente de ello, comenzó a hacer un plan. Quería hacer el curso de entrenador y comenzó a buscar las alternativas. Quería algo que estuviera en sus posibilidades, tanto económicas como culturales.
“Tenía que irme a estudiar a un lugar donde hablaran español. En ese sentido, pues estaban Argentina y España, que eran donde ofrecían los cursos. En esos años Argentina no estaba en una gran situación y me dio un poco de reparos, así que me decidí por España”.
Con el rumbo fijado a la ‘Madre Patria’, tendría que decidirse por una de las comunidades académicas de ese país para realizar el curso.
En esos años el fútbol español vivía uno de sus años de mayor proyección, fruto del reciente ciclo ganador del entrenador neerlandés Johan Cruyff y su famoso ‘Dream Team’, el cual armó en el Barcelona con nombres como los de Ronald Koeman, Pep Guardiola, Michel Laudrup, Hristo Stoichkov y Romario.
Seducido por esa mística, reunió sus ahorros, se despidió de sus hijos a quienes dejó con su madre, abrazó a sus padres y Morales puso rumbo a la ‘Ciudad Condal’. Partió en octubre de 1999.
Al llegar, buscó donde quedarse y resolvió demás problemas. Pagó los módulos que debía estudiar, que eran tres niveles que le darían la oportunidad de quedar apto para dirigir fútbol profesional en España.
Sin embargo, hubo detalles que no entró a considerar cuando se arriesgó en su expedición. Pronto se dio cuenta de que en Barcelona, no todos hablan español, no porque no sepan, sino porque no quieren.
“Ellos son muy arraigados a su cultura y desde hace tiempo viven en conflicto con el Gobierno central. Entonces, muchos de ellos prefieren hablar catalán. Los profesores daban clases en ese idioma, y aunque compañeros les solicitaban que hablaran en castellano para que entendiéramos los foráneos, ellos se negaban”, recordó Germán.
Con el tiempo, sus compañeros le facilitaron la vida, al escribir los apuntes en español y el prestarlos para poder estudiar. Con el tiempo, aprendió algunos términos y se le facilitó su estudio.
Frente a frente con Cruyff
Pero hubo otra cosa con la que no contaba, y es que la vida en Barcelona es más cara que otras partes de España. Así, sus ahorros pronto quedaron para la anécdota.
“Me tocó trabajar en lo que saliera y allá abundaban los trabajos como camareros y lavador de platos. La gente de Barcelona consideraba que estaban para un mejor nivel de empleos, entonces eso era lo que uno podía hacer”.
Pero pasaron los años, y cada vez el sueño más cerca. Pronto estaría titulado como entrenador. Pero aún le faltaba la experiencia que lo marcaría profundamente.
“El rector del instituto solía invitar a entrenadores a que nos dieran una clase. Eran charlas en las cuales nos daban sus puntos de vista del fútbol, manejo de grupos y otras cosas”.
Una tarde entró por la puerta una imagen que le impactó, por el marco de la puerta entró el mismo Johan Cruyff el hombre que le hizo decidirse por España. Fue una buena charla, en la cual Cruyff les compartió su muy personal visión del fútbol, y del llamado ‘Fútbol Total’.
Luego de estrechar su mano, Morales determinó que esos principios serían con los cuales se desarrollarían sus principios como entrenador.
Desembarco en la 'Arenosa'
Finalmente, en julio del 2013, tras varios años entrenando equipos de divisiones semiprofesionales en Barcelona, regresó a a Colombia. Aquí, en el torneo de las Américas en Cali donde llegó dirigiendo un club aficionado, la labor de sus dirigidos llamó la atención de Federico Spada y Angelo Ronconi, dueños del entonces Parma de Barranquilla.
“Me ofrecieron la dirección del programa del Parma, que hoy se llama el Udinese. No solo entreno las categorías sub-17 y sub-20, tengo la dirección deportiva de todo el proyecto”, indicó.
“Ahora que estamos vinculados con el Udinese, el entrenador Rafael Monfort, que es la persona encargada de las divisiones inferiores de ese lenco, dijo que uno de los factores por lo cual se dio el convenio es por la madurez táctica de nuestros muchachos. Eso es una razón de orgullo para mi”, aseguró.
El año pasado conquistó el título nacional Sub-17, este año en el mismo torneo le llevan 10 puntos al segundo puesto y en el torneo nacional Sub-20 le aventajan en 6 puntos a Real Cartagena y 13 unidades a Júnior.
“Mi idea es seguir cambiando la forma en que se hace fútbol acá. Está el talento y solo falta mejorar los métodos de entrenamiento. Cuando hablamos de Fútbol Total no solo es jugar en la cancha, sino la integralidad del futbolista, que es deportista y persona. Esa es la clave”, sentenció.
Germán Morales Patiño se jugó en una aventura más allá del mar, sanó los dolores que le dejó en el alma una lesión de rodilla y se reinventó a si mismo para ser entrenador. Ahora, quiere transformar la cultura del fútbol del país y “algún día llegar al fútbol profesional de Colombia”.